El apellido Born está emparentado al suelo argentino desde fines del siglo XIX.
Hoy, uno de sus descendientes continúa con la tradición, explotando 17.000 hectáreas en la provincia de Buenos Aires, donde transforma maíz en carne.
San José del Oeste es el nombre de la firma que tiene 6.000 vientres, siembra 5.000 hectáreas de maíz por campaña y explota un feedlot donde se terminan 10.000 cabezas por año (entre propias y de terceros).
Para Pablo Grahmann, administrador de la compañía y miembro de la Cámara Argentina de Feedlot, “la presencia de equipos multidisciplinarios, como en nuestro caso, donde un veterinario, un agrónomo y un contador, tomamos las decisiones, lograrán el cambio en la ganadería que la agricultura ya vivió”.
En San José del Oeste el 45% de la facturación pasa por la ganadería, pero demanda el 80% de los 50 empleados que tiene la empresa.
“Nos sirve como vehículo para agregar valor a los granos que producimos ya que básicamente tenemos un campo netamente ganadero, en Olavarría, y dentro de ese negocio repartimos en tres pilares el negocio: cría, recría y feedlot”, repasa Grahmann. Y completa: “Prestamos servicios para que el capital inmovilizado no resulte una carga a la hora de calcular la rentabilidad; por eso recibimos muchos terneros de afuera”.
La empresa nace como tal hace 14 años con una pastura de agropiro y festuca en la parte alta, de lo que es un bajo en plena Cuenca del Salado y llegó a tener 12.000 vientres, pero nada de recría.
“La cría tiene una inelasticidad atómica; nos agarró la seca 2008-2009 y nos sacó por la ventana. Cualquier maniobra de suplementar con rollo un campo de estas dimensiones es inviable y, al tener más cabezas, la eficiencia cae”, reconoce. Y sigue, “optamos por convertirnos en una empresa más atomizada, con 6.000 vientres en servicio, 90% de preñez y ahora sí, una parte de recría más un feedlot tanto de uso propio como con el servicio de hotelería”.
A partir de este cambio, todo lo que empezó a sobrar de campo, por la tecnificación de pasturas, empezó a recibir recría, con más margen que una cría al pie, sobre todo por los menores costos de movilidad.
Para poblar las hectáreas se comenzó a ofrecer un servicio, a partir de acuerdos con frigoríficos, que suelen comprar terneros para ser recriados y llegando luego al encierre, asegurando así el abastecimiento de animales pesados.

“Una de las ventajas de este modelo es que el negocio deja de verse de manera estacional. Lo que proponemos es sumar 170 kilos en un año, compartiendo porcentajes con el dueño de la hacienda en la etapa de recría, aunque no así en el corral. En esta última etapa, buscamos darle valor agregado a nuestro maíz mediante un servicio adicional, de engorde”, repasa.
Entre los contratiempos que aún sufre el sector, el hombre de la Cámara Argentina de Feedlot señala la existencia de problemas impositivos, con distorsión de alícuotas, donde en lo que pudo ser un muy buen negocio termina no siéndolo, desalentando de ese modo las inversiones. “También hay distorsiones entre provincias: mientras que en Buenos Aires se paga 1,75% de Ingresos Brutos, en otras no se paga. Es decir, se incrementa el costo de la cadena y termina impactando en el consumidor. Por eso ponemos el foco sobre la reforma impositiva de la que se tanto se habla, para evaluar cambios”, cierra Grahmann.